profetas convencionalistas) quienes siempre estaban dispuestos a transigir con el populacho y a seguir la corriente, camino proverbial de la menor resistencia. 6. El profeta de Dios, era un hombre de constante, poderosa y ferviente oración. Su vida austera y solitaria, le proporcionaba la oportunidad de mantenerse en relación diaria con su Dios. 7. Todo profeta auténtico, fue consagrado, limpio en su carácter. En toda la línea profética, con todo y ser tan larga, no hallamos ni la más leve señal
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